miércoles, 20 de octubre de 2010

El futuro ya llego en Rivadavia


Juega con lo que tiene. Es lo que hay y en cada presentación pone lo mejor que tiene a disposición. A veces esperando hasta último momento para ver la mejor opción y siempre resolviendo problemas que no se esperaban. A Juan Carlos Pirez las semanas le juegan una mala pasada y de cara a cada presentación debe armar lo que puede. Casi nunca lo que quiere y casi siempre lo que tiene a mano.

Es la realidad que hoy vive Rivadavia, que luego de la severa crisis financiera debió reacomodar todo para inclinarse por un plantel muy corto (con no más de 12 jugadores de la categoría con partidos encima) y con muchos juveniles adelantando algunos tiempos lógicos de crecimiento.

El resultado se refleja en este comienzo, en donde Rivadavia propone y busca, pero le cuesta horrores poder dominar los partidos como históricamente lo hizo. Tiempo, simplemente eso.
Para colmo, las lesiones atentan con esta saludable idea de jugar con “lo nuestro”. Y lo nuestro es lo que se aplaude. Se aplaude el esfuerzo de Lucas Macías, la aparición de Carlos Sosa, el atrevimiento de Brian Visser y la picardía de Marcelo Quiroga. Se aplaude la estampa de Lucas Vesco, la realidad e Mauricio Le Pors y Jonatan García, los minutos de Ale López o Maxi Bártoli, se aplaude que el proyecto dé sus frutos y se aplaude el riesgo que se corre.

No gana quien no arriesga. Es cierto que se extrañan mucho las figuras de Leandro Schiavi y Gonzalo Gho, que se lamenta las lesiones de Juan Pablo Manzoco y Cristian Draghi, que aún falte una carta goleadora.

Todo es cierto, en Rivadavia todo es cierto. Los problemas para armar el plantel, la situación económica, el torneo competido, las distancias, el presupuesto actual. Todo es cierto: el laburo en serio de técnicos y preparadores físicos, la magia que hace el DT para armar los equipos, el esfuerzo de los directivos para llevar de cerca los sueldos, el lamento por los varios futbolistas propios que ya no están. Todo es cierto. Rivadavia está en un momento de cambios, con un plantel cortito y no siendo menos que nadie.

Todo es cierto. Rivadavia está hoy tan cerca del descenso o promoción como de clasificar en el tercer lugar. Todo es cierto. Rivadavia está como puede en una categoría que no perdona. En una categoría en donde todos gastan más que el doble (a veces tres y otras cuatro) que el Albirrojo, en un categoría con jugadores diferentes, en una categoría con equipos muy grandes, en una categoría con un formato de campeonato inentendible.

Todo es cierto. Rivadavia está peleando, luchando, metiendo. En la cancha jugando más que en otros años, con muchas caras chicas que muestran su temple. Todo es cierto, a los juveniles hay que apoyarlos porque ellos son el futuro. Hoy una realidad, un presente. Pero también el futuro. A no olvidar. Todo es cierto. Y a apoyar. Porque todo es cierto. Rivadavia lo sabe. Por eso trabaja semana a semana. Aplausos. En serio.

Juega con lo que tiene. Es lo que hay y en cada presentación pone lo mejor que tiene a disposición. A veces esperando hasta último momento para ver la mejor opción y siempre resolviendo problemas que no se esperaban. A Juan Carlos Pirez las semanas le juegan una mala pasada y de cara a cada presentación debe armar lo que puede. Casi nunca lo que quiere y casi siempre lo que tiene a mano.

Es la realidad que hoy vive Rivadavia, que luego de la severa crisis financiera debió reacomodar todo para inclinarse por un plantel muy corto (con no más de 12 jugadores de la categoría con partidos encima) y con muchos juveniles adelantando algunos tiempos lógicos de crecimiento. El resultado se refleja en este comienzo, en donde Rivadavia propone y busca, pero le cuesta horrores poder dominar los partidos como históricamente lo hizo. Tiempo, simplemente eso.

Para colmo, las lesiones atentan con esta saludable idea de jugar con “lo nuestro”. Y lo nuestro es lo que se aplaude. Se aplaude el esfuerzo de Lucas Macías, la aparición de Carlos Sosa, el atrevimiento de Brian Visser y la picardía de Marcelo Quiroga. Se aplaude la estampa de Lucas Vesco, la realidad e Mauricio Le Pors y Jonatan García, los minutos de Ale López o Maxi Bártoli, se aplaude que el proyecto dé sus frutos y se aplaude el riesgo que se corre. No gana quien no arriesga. Es cierto que se extrañan mucho las figuras de Leandro Schiavi y Gonzalo Gho, que se lamenta las lesiones de Juan Pablo Manzoco y Cristian Draghi, que aún falte una carta goleadora.

Todo es cierto, en Rivadavia todo es cierto. Los problemas para armar el plantel, la situación económica, el torneo competido, las distancias, el presupuesto actual. Todo es cierto: el laburo en serio de técnicos y preparadores físicos, la magia que hace el DT para armar los equipos, el esfuerzo de los directivos para llevar de cerca los sueldos, el lamento por los varios futbolistas propios que ya no están. Todo es cierto. Rivadavia está en un momento de cambios, con un plantel cortito y no siendo menos que nadie.

Todo es cierto. Rivadavia está hoy tan cerca del descenso o promoción como de clasificar en el tercer lugar. Todo es cierto. Rivadavia está como puede en una categoría que no perdona. En una categoría en donde todos gastan más que el doble (a veces tres y otras cuatro) que el Albirrojo, en un categoría con jugadores diferentes, en una categoría con equipos muy grandes, en una categoría con un formato de campeonato inentendible.

Todo es cierto. Rivadavia está peleando, luchando, metiendo. En la cancha jugando más que en otros años, con muchas caras chicas que muestran su temple. Todo es cierto, a los juveniles hay que apoyarlos porque ellos son el futuro. Hoy una realidad, un presente. Pero también el futuro. A no olvidar. Todo es cierto. Y a apoyar. Porque todo es cierto. Rivadavia lo sabe. Por eso trabaja semana a semana. Aplausos. En serio.

Juega con lo que tiene. Es lo que hay y en cada presentación pone lo mejor que tiene a disposición. A veces esperando hasta último momento para ver la mejor opción y siempre resolviendo problemas que no se esperaban. A Juan Carlos Pirez las semanas le juegan una mala pasada y de cara a cada presentación debe armar lo que puede. Casi nunca lo que quiere y casi siempre lo que tiene a mano. Es la realidad que hoy vive Rivadavia, que luego de la severa crisis financiera debió reacomodar todo para inclinarse por un plantel muy corto (con no más de 12 jugadores de la categoría con partidos encima) y con muchos juveniles adelantando algunos tiempos lógicos de crecimiento.

El resultado se refleja en este comienzo, en donde Rivadavia propone y busca, pero le cuesta horrores poder dominar los partidos como históricamente lo hizo. Tiempo, simplemente eso.
Para colmo, las lesiones atentan con esta saludable idea de jugar con “lo nuestro”. Y lo nuestro es lo que se aplaude. Se aplaude el esfuerzo de Lucas Macías, la aparición de Carlos Sosa, el atrevimiento de Brian Visser y la picardía de Marcelo Quiroga. Se aplaude la estampa de Lucas Vesco, la realidad e Mauricio Le Pors y Jonatan García, los minutos de Ale López o Maxi Bártoli, se aplaude que el proyecto dé sus frutos y se aplaude el riesgo que se corre. No gana quien no arriesga.

Es cierto que se extrañan mucho las figuras de Leandro Schiavi y Gonzalo Gho, que se lamenta las lesiones de Juan Pablo Manzoco y Cristian Draghi, que aún falte una carta goleadora. Todo es cierto, en Rivadavia todo es cierto. Los problemas para armar el plantel, la situación económica, el torneo competido, las distancias, el presupuesto actual.

Todo es cierto: el laburo en serio de técnicos y preparadores físicos, la magia que hace el DT para armar los equipos, el esfuerzo de los directivos para llevar de cerca los sueldos, el lamento por los varios futbolistas propios que ya no están. Todo es cierto. Rivadavia está en un momento de cambios, con un plantel cortito y no siendo menos que nadie. Todo es cierto. Rivadavia está hoy tan cerca del descenso o promoción como de clasificar en el tercer lugar. Todo es cierto.

Rivadavia está como puede en una categoría que no perdona. En una categoría en donde todos gastan más que el doble (a veces tres y otras cuatro) que el Albirrojo, en un categoría con jugadores diferentes, en una categoría con equipos muy grandes, en una categoría con un formato de campeonato inentendible. Todo es cierto. Rivadavia está peleando, luchando, metiendo. En la cancha jugando más que en otros años, con muchas caras chicas que muestran su temple.

Todo es cierto, a los juveniles hay que apoyarlos porque ellos son el futuro. Hoy una realidad, un presente. Pero también el futuro. A no olvidar. Todo es cierto. Y a apoyar. Porque todo es cierto. Rivadavia lo sabe. Por eso trabaja semana a semana. Aplausos. En serio.

Fuente Consultada http://www.lapostadelnoroeste.com.ar

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