miércoles, 20 de octubre de 2010

Sin invicto de local


Villa Mitre tiene otro aura. De aquel oscuro y apagado del arranque del campeonato, con derrotas y rojas, a este luminoso y con buenos presagios para el futuro. Ante Rivadavia, el conjunto tricolor tenía que ratificar la racha y lo logró.

Mostró su mejor versión en el complemento y le alcanzó para llevarse tres puntos de visitante, lo que no es poco. Un 2-0 para seguir construyendo el objetivo de pelear el grupo clasificatorio bien arriba.

Como Rivadavia, que ya no es el de otros torneos, no lastimó en la primera mitad, la escuadra villamitrense se animó a más en los segundos 45 minutos. Sonó el despertador en el entretiempo, Benet le cambió la fisonomía al equipo y así salió a quemar las naves.

Dejó de lado la especulación del primer tiempo --donde apenas hubo una ocasión por bando-- y se plantó más adelante.
El pibe Bilbao tuvo su chance y, si bien la dilapidó, Villa Mitre comenzó a mostrar que había dejado de lado la pasividad del segmento anterior.

El trámite se abrió más. Los dos arriesgaron, pero el que pegó primero fue la visita. Y en este fútbol actual, casi siempre, el que pega primero pega dos veces.
Berra remontó vuelo por derecha, metió el freno de mano y cruzó la pelota hasta el vértice del área chica. Allí estaba Carrillo, quien ni lento ni perezoso madrugó a Draghi. Primero lo aguantó, después giró y finalmente sentenció. A lo Carrillo: oficio puro.

Rivadavia sintió el impacto, pero Pires movió el tablero y se empezó a jugar con mucha gente en tres cuartos de cancha hacia adelante. Para entonces Aguirre ya no tenía tantos espacios (Rogelio Martínez y Schumacher crecieron en la contención) y sólo Roca salió a vender cara la derrota. El Pelado defensor albirrojo se desdobló en sus funciones, marcó y empujó. Pero chocó contra Cabral y compañía.

Los minutos comenzaron a jugar como aliados de la escuadra bahiense, que sufrió un par de sofocones, pero ningún incendio. Y ante tanta presencia ofensiva del local, Benet no tardó en leer el partido y su equipo pasó a defender con dos líneas de cuatro.

Recién sobre el filo del encuentro, al pibe Visser le quedó una pelota del cielo tras varios rebotes, pero no calibró la mira y la visita se salvó.
Con el anfitrión jugado (incluso su arquero fue a cabecear al área ajena), Lucas López encontró tiempo y espacios para armar la contra sobre la derecha. Le puso un pase milimétrico en la cabeza a Domínguez y éste asistió al Colo Schumacher, quien puso quinta y liquidó de derecha.

Así, con dientes apretados y muy concentrado, Villa Mitre le bajó la persiana al cotejo.
Ganó afuera, creció colectivamente y se prendió arriba. El tricolor goza de buena salud y respira aliviado.

Fuente Consultada : http://www.lanueva.com

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